Hace exactamente 255 años, cierto hombre que llevaba ya más de una década estudiando los fenómenos eléctricos, hizo una hazaña que además de ser sumamente peligrosa, sirvió para dar un gran avance en la física.
Hablamos de Benjamin Franklin, el autor del Principio de conservación de la electricidad. De sus estudios nace su obra científica más destacada, Experimentos y observaciones sobre electricidad. Pero ¿de qué experimento hablábamos hace un momento?
Todo sucedió en Filadelfia un día como hoy pero de 1752, en medio de una tormenta. Ahí Fraklin sale a la interperie con un cometa con esqueleto de metal atado por un hilo de seda, en cuyo extremo llevaba una llave también metálica. Mientras la hacía volar, confirmó que la llave se cargaba de electricidad, demostrando así que las nubes están cargadas de electricidad y los rayos son descargas eléctricas.
Gracias a este experimento creó su más famoso invento, el pararrayos. A partir de ahí, se instalaron por todo el estado (había ya 400 en 1782), llegando a Europa en la decada de los ’60.
Franklin fue un prolífico científico e inventor al que se le atruibuyen muchos inventos, incluso participó activamente en el proceso de independencia de los Estados Unidos, no por nada aparece en los billetes de 100 dólares.
Fuente: Wikipedia.